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Los entrenadores como impulsores de la inclusión

  • Ariadna Sauer
  • 15 nov 2024
  • 2 Min. de lectura

La inclusión y el deporte son dos factores importantes para la vida de cualquier niño. En este camino es fundamental que exista un entrenador para crear un entorno seguro, donde prime el espíritu de equipo y la integración a un grupo.

















Tomás es un niño de 9 años que vive en un barrio de La Matanza. La familia enfrenta serias dificultades económicas. Como consecuencia, experimenta aislamiento social. Ir al colegio podía resultar un espacio donde las diferencias con sus compañeros de clase parecían más evidentes. Todo cambió cuando conoció al entrenador que le mostró el verdadero poder del deporte.


Julián, el nuevo profesor de Educación Física, llegó con una visión distinta. Su formación pedagógica lo había preparado para ver más allá de las destrezas físicas y enfocarse en el potencial humano de cada uno de sus alumnos.


La pedagogía de la inclusión es un enfoque de enseñanza que busca que todos los estudiantes puedan acceder a los recursos disponibles y participar en el aprendizaje. Así, el deporte no significa únicamente una puerta a la actividad física para el niño, sino también a la socialización.


Los niños que participan en actividades inclusivas desarrollan una mayor empatía y aprenden a valorar las diferencias. En lugar de centrarse en ganar o perder, aprenden a cooperar, a trabajar en equipo y a apoyar a sus compañeros. En este contexto, el “éxito”, se mide en función de cuántos niños se sienten involucrados, aceptados y felices de estar en el juego.


































Con esta perspectiva, según la UNESCO, un enfoque inclusivo de la educación significa que se toman en cuenta las necesidades de cada persona y que todos los educandos participan y lo logran juntos.


Para Tomás, las clases adquirían un sentido distinto, ya no se trataba de quién corría más rápido o quién anotaba más goles, sino que se trataba de crear un ambiente donde todos pudieran participar y sentirse valorados.


En la carrera, dictada por la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM),  se aprende a adaptar los juegos y ejercicios según las capacidades y necesidades de cada uno de los estudiantes. Los modelos tradicionales de enseñanza física buscan una mayor competencia y exclusión de aquellos con menores habilidades, mientras que el enfoque alternativo persigue una mayor inclusión donde nadie quede fuera. Para niños como Tomás, lo más importante no es el rendimiento, sino el sentido de pertenencia.


En pocos meses la transformación fue evidente, Tomás ansiaba acudir al colegio para compartir las clases deportivas. No solo participaba en las actividades deportivas, sino que también había comenzado a hacer amigos, algo que antes le parecía imposible. En las clases lograron poder conocerse sin barreras, sin prejuicios ni etiquetas.


Para Julián, ver la evolución de Tomás fue una confirmación de que el deporte puede ser un motor de inclusión y cambio social. No se trata solo de enseñar habilidades deportivas, sino de formar individuos más empáticos y solidarios. “Cuando adaptamos la manera en que enseñamos, realmente podemos marcar la diferencia en la vida de estos chicos", menciona Julián acerca de sus estudios

 
 
 

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